Amfiteatar avion

Ikona avion

Alrededor de la casa de oración se articula un JARDÍN. Éste es el icono. 
La Madre María lleva EN BRAZOS al pequeño Jesús y lo contempla. Mientras en su brazo derecho sostiene a Jesús y en él la casa, con la mano izquierda abraza a ambos. Al mismo tiempo, la misma MANO acoge a los fieles que llegan, los encamina y los guía hacia a su Hijo, el Salvador del mundo.
 
"Entre los seres humanos, nadie conoce a Cristo mejor que Ella, nadie como la Madre puede introducirnos en un conocimiento profundo de su misterio. Toda nuestra perfección consiste en estar en concordancia, unidos y consagrados a Jesucristo. Siendo María la criatura más en concordancia con Jesucristo, se deduce que cuanto más consagrada esté un alma a ella, más consagrada estará a Jesucristo"(cfr. Rosarium Virginis Mariae n. 14:15).
 
El artista ha revestido el icono con ELEMENTOS NATURALES.
Le ha dado la peculiaridad del paisaje de Herzegovina acentuando la belleza de las piedras, de las flores, de los arbustos, de la hierba. La naturaleza glorifica a María y su Salvador. Ésta corona a la Reina de la Paz con flores maravillosas y adorna el manto que protege a Jesús y a su pueblo.
 
Bajo su MANTO se encuentra un viñedo; el frutal indica que a través de ella toda criatura es fecunda.
La naturaleza, atravesando el icono, desciende gradualmente hasta el punto más bajo donde se encuentra EL MANANTIAL DE LA VIDA. Toda la creación se dirige hacia la fuente de la vida. Quien bebe de la fuente, se abre a la Nueva Jerusalén que desciende del cielo (dr. Ap 21-22) y da gloria a Dios.
 
Muchas personas han colaborado en la realización del icono, hombres y mujeres que Dios ha inspirado e involucrado en este trabajo.
 
Pero es oportuno precisar que: ¡ésta es una obra de Dios! Incluso lo admite el propio diseñador. Inspirado por el Espíritu Santo (04.02.1998), recibió en su interior la visión del icono sin conocer para nada el programa de esta casa, para la que el diseñador expresó en la naturaleza una llamada y un camino que tienen lugar en las almas de los fieles.
El icono está protegido y al mismo tiempo es abierto. El artista, junto a la imagen global de la figura, pudo apreciar las vías más relevantes de la época romana que pasaban por este lugar, además de muchas otras vías nuevas que conducen a este lugar y que desde aquí parten de nuevo hacia “espacios infinitos”, es decir, hacia una realidad nueva que está naciendo.
 
María
"Jardín de la vida divina"
 
María es inmaculada por su unión con el sacrificio del Cordero. Todo su ser está al servicio de Dios, Ella acoge los impulsos del Espíritu Santo y vive en ellos. De forma misteriosa para la lógica humana, ya desde su concepción su alma acepta de Dios todas las gracias. Concibe en su seno al Dios-Hombre, por obra del Espíritu Santo (cfr. Lc 1, 26-38). Guiada por Él, participa completamente de la acción de Jesucristo Salvador uniéndose a su sacrificio en la cruz. De esta forma entra en la maternidad nueva (cfr. Salvifici Doloris n. 26).
En virtud de todo esto, María es Madre de la Iglesia, Madre del Cuerpo Místico de Cristo y de todo hijo de Dios. María-Madre es la nueva Eva y la humanidad nueva.
 
Su vientre purísimo, su Inmaculado Corazón, su alma y todo su ser abrazan la vida divina. En Ella se expresa a la perfección la maternidad divina. En Ella Dios nos engendra.
Ella es el jardín de la vida divina. Ella es el ideal de todo creyente. Ella es el ideal de la Iglesia de Cristo.
En el icono vemos, como ya se mencionó, su mano. María, la Esposa del Espíritu Santo nos guía de acuerdo con los impulsos del Espíritu con la ternura de una Madre inmaculada.
 
Pasamos ante su rostro que contempla al pequeño Jesús. No sólo exteriormente. Su alma, en el Espíritu Santo, contempla el alma de Jesús, penetra los misterios de la vida i de la salvación, se sumerge en la vida de Dios Trino.
También nosotros deseamos entrar en este misterio.
 
Sigamos a María…
 
En la tradición cristiana, el arte de los iconos es una de las expresiones a través de la cual se vive intensamente la fe hasta el punto que la iconografía representa una verdadera teología visual. La palabra griega eikon (icono) significa "imagen sagrada", es decir, una realidad que revela el amor y la belleza de Dios, convirtiéndose así en el vehículo de comunicación con él. El icono se muestra como una imagen parlante que está constantemente tratando de llegar más allá de sí a la espera que alguien la contemple y la comprenda.
El icono es pues como una ventana abierta a lo invisible, que es capaz de llevar al conocimiento de la verdad y de la belleza. El icono se ofrece humildemente como lugar teológico de la presencia. A partir de la imagen visible que se describe en el icono, la mirada contemplativa se eleva hacia lo divino: “el icono abre sus puertas a la Casa del Padre y al Banquete de alegría, alegría de belleza porque es de verdad eterna” (D. Cogoni). El icono que os estamos presentando no hace más que confirmar estos conceptos bien conocidos del arte iconográfico. En este caso no se trata de una pintura pero sí de un lugar que, en su conjunto, reproduce una imagen que, a través de lo visible, comunica a nuestra mirada los secretos invisibles del Misterio Trinitario.