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A la entrada del anfiteatro la mirada se abre a lo que contiene la cabeza de la Madre. La línea exterior de su rostro describe EL ARCO DE LA ALIANZA. Bajo el arco se encuentran los misterios de la vida y de la salvación - el Misterio Pascual.
En el espacio más profundo del anfiteatro, eso es, en el centro de la MENTE DE MARIA, hay un gran bloque de piedra sobre la que está tallada la figura del CORDERO DEGOLLADO (cfr. Ap 5,6).
 
EL CORDERO es sacerdote, víctima y altar. De Él fluyen sangre y agua que se vierten en la fuente de la vida, de la que beben los hombres y todas las criaturas.
 
En torno a esta fuente está el MUNDO NUEVO se extiende a través de los círculos de las gradas, como si fueran olas, para abrazar la Iglesia universal, todo el Cuerpo Místico de Cristo y toda la creación.
 
Las GRADAS están previstas para acoger aquellos fieles que se unirán completamente el sacrificio del Cordero a través de María. Ellos forman la corona de María y en ellos triunfa la Inmaculada, porque, unida a ellos y al Cordero, se convierte en Madre de modo muy especial (cfr. Salvifici doloris n. 26). En la sangre y el agua se regenera toda cosa y se eleva a Dios.
Las ESCALINATAS principales del anfiteatro forman una CRUZ. Sobre la cruz se encuentran el Cordero inmolado, la fuente de la vida y el mundo nuevo. Allí sólo se puede subir y bajar a través de la cruz.
A la derecha del Cordero se encuentra un ATRIL. Sobre él se encuentra el Libro de la vida que ha sido sellada con la sangre del Cordero (cfr. Ap 5,5). Estos elementos se encuentran exactamente a la altura de la oreja de la Virgen, para simbolizar su escucha continua de la Palabra.
María concibió la PALABRA DE DIOS, se unió a ella en el Espíritu Santo y con todo su ser ha entrado en la gloria. Esta es una llamada para cada uno de nosotros: el que se une al Cordero inmolado, como María, comprenderá los misterios de la vida y la Palabra de Dios lo transfigurará.
 
Jesús se ofreció al Padre en el Espíritu Santo. En su inmolación fue bautizado con el fuego. Su sacrificio es perfecto. Quien se abandone por completo a Jesucristo por medio de María será prendido con el fuego del Espíritu para que él mismo se convierta en sacrificio viviente, santo y agradable a Dios (Rom 12,1).
Esta realidad se expresa a través de un BRASERO situado al lado izquierdo del Cordero. Tanto el atril como el brasero están tallados con la misma piedra típica de Herzegovina. Estos están integrados en la unidad del anfiteatro.  
En la pureza de María allí se nos acerca al Cordero con el deseo de ser asociados a su sacrificio, dando nuestra propia vida como OFRENDA DE AMOR A DIOS. Este es el verdadero significado de la participación en la Misa.
 
Ante el Cordero inmolado que da la plenitud de la vida, no se pide nada porque Él ya lo ha dado todo al hombre. Aquí le ofrecemos nuestra propia vida para que sea regenerada en su sangre.  
Sobre este punto no nos ayuda ninguna filosofía. Simplemente es necesario entrar en comunión con Él, que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6). La vida resucita a través de Él, se renueva, se cura y se llena de los frutos del Espíritu Santo.
 
 
El último día, el gran día de la fiesta, Jesús se levantó y exclamó en voz alta: "Quién tenga sed que venga a mí y beba, quien cree en mí. Como dice la Escritura: ríos de agua viva fluirán de su interior". Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu que recibirían los que creían en él (Jn 7, 37-39)

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